¿Es fundamental hidratarme?

¿Es fundamental hidratarme? La piel es una evidencia inequívoca del estado de salud de las personas. Una piel hidratada, flexible y tersa es signo de belleza, de bienestar. Ningún traje, por más costoso y glamuroso que sea, dice más de la belleza de una persona que su piel desnuda. Una idea muy generalizada parece sostener que, respecto de los cuidados de la piel, los tratamientos más eficaces son aquellos que van de afuera hacia dentro, como las cremas, lociones y ungüentos antienvejecimiento. Y aunque es verdad que muchos de ellos sí logran un efecto reparador, ninguna pócima es más efectiva que aquella cuya acción se plantea al revés: es decir de adentro hacia afuera, desde el interior de nuestra dermis, compuesta por un extenso y complejo sistema de células especializadas que nos protegen y hace posible que percibamos el mundo que nos rodea. A veces se nos olvida que la piel es, en sí misma, el órgano más extenso de nuestro cuerpo. Y es que, además de ser nuestra envoltura esencial, la piel nos permite percibir la temperatura del ambiente, por ejemplo, y la presión atmosférica, y un sin número de estímulos que nos describen el mundo a nuestro alrededor. Como aprendimos en el colegio, nuestra piel está compuesta por tres partes: la epidermis, la dermis y la hipodermis.

La epidermis está compuesta por varias capas de células especializadas llamadas queratinocitos. La epidermis se sitúa debajo de la epidermis y es donde se encuentran los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y las glándulas sudoríparas. En la hipodermis también se encuentran células adiposas y sudoríparas que ayudan a controlar nuestra temperatura. Sin piel, sin una dermis que nos contuviera y protegiera, simplemente no existiríamos, seríamos vacío, igual que un soplido de viento o una gota de agua. Hoy sabemos con certeza que si algo nutre las células de nuestra piel es el agua y que, así como su carencia produce marchitamiento, resequedad y envejecimiento, su presencia estimula, sana y embellece. ¿Cuánta es la cantidad recomendable? Esa respuesta también la conocemos, aunque algunas personas no terminen de creerla y de practicarla: de cuatro a cinco vasos de agua al día, mínimo. En ese sentido la piel también puede compararse con una planta de florescencia, que sin agua está condenada a marchitarse.

¿Ya te hidratase hoy?